Las mujeres votamos en este país gracias a ella. Cuando las mujeres eran minoría en la universidad, se licenció en derecho.
Cuando ellas raramente ejercían, trabajó como abogada y tramitó los primeros divorcios. Cuando las mujeres no existían en el Parlamento, se hizo un hueco defendiendo sus derechos. Cuando había mujeres que no aceptaban el voto femenino, Clara Campoamor luchó por conseguirlo.
Nació en Madrid en 1988 en el seno de una familia humilde. Con 13 años murió su padre y dejó la escuela para ponerse a trabajar con su madre. Pero su afán por progresar le impulsó a retomar sus estudios con 32 años y en 1924 se licenció en Derecho en la Universidad de Madrid. Al mismo tiempo que ejercía su actividad como abogada, sus inquietudes políticas le llevaron a ser pionera de la militancia feminista aprobando la primera ley del divorcio.
En 1931 se debatía en el Congreso de los Diputados el voto de las mujeres. Una tensa discusión fue el preludio de una votación histórica. Solo había 3 parlamentarias en un congreso con 470 electos. La única mujer que defendía el sufragio femenino era ella. Luchó contra sus propios compañeros de partido y finalmente el Parlamento español aprobó el sufragio universal convirtiendo a la Segunda República en pionera por delante de Francia, Italia o Portugal gracias al trabajo de Clara Campoamor.
En 1938 tuvo que exiliarse y abandonó España. Vivió en Buenos Aires durante una década y aunque intentó volver a España, no pudo. Finalmente se trasladó a Lausanne en Suiza y allí trabajó en un bufete hasta que perdió la vista. Feminista, abogada, escritora, política, comprometida con sus ideales hasta el último día de su vida, murió en 1972 con 84 años.