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"Me ha costado ponerme el traje de presidente del Gobierno"

MARÍA JESÚS NAVARRO 12/02/2019 17:47

Ambición, pasión, traición e intereses enfrentados que dejan al descubierto un intento de magnicidio son el punto de partida de Secretos de Estado, el thriller político que Telecinco estrena el miércoles 13 thriller político que Telecinco estrena el miércoles 13 de febrero (22.40). Emmanuel Esparza interpreta al jefe de Gobierno con el corazón partido entre sus reponsabilidades como esposo y la pasión vivida junto a su amante y mano derecha, y con la cabeza atenta a todos los frentes desde los que intentan descabalgarlo del poder.

Pregunta: En la serie interpreta a Alberto Guzmán, un político con muchos enemigos a pesar de su imagen de hombre perfecto. ¿Por qué cree que es así?

Emmanuel Esparza: Tiene muchos enemigos porque se los ha ganado. Es una persona, en este caso un político, que ha llegado a lo que él considera su máxima ambición, que es ser el presidente del Gobierno, pasando por encima de quien haga falta. En este caso incluso de su familia. Es muy bonito ver a alguien llegar a esa situación de poder, manipular a todo el que está a su lado para conseguirlo y de repente que la justicia divina diga: "Hasta aquí has llegado, chaval, y ahora vas a saber lo que es morder el polvo". El hecho de hundir a ese personaje y llevarlo a los infiernos y ver qué es lo que tiene que hacer para rearmarse y volver a recuperar el trono es muy bonito. A la gente le gusta ver esos personajes que se piensa que están por encima del bien y del mal, que son terriblemente encantadores y que son por detrás unos hijos de puta, pero no sabes si amarlo u odiarlo. A mí son los que más me gustan de ver.

P.: Son los más interesantes.

E. E.: Es una fórmula... Tony Soprano (Los Soprano), el (personaje) de Breaking bad (Walter White), el (personaje) de Mad men (Don Draper)… Son personajes… A ver, no quiero que nadie compare nuestra serie a estas tres series icónicas. No estoy hablando de eso. Estoy hablando de verdad, de hacer una serie en la cual no hay un malo malo ni un bueno bueno. Y los protagonistas, que en este caso somos estos cuatro personajes (Alberto Guzmán, Ana Chantalle, Paula Campillo y Gutiérrez Casas), más el personaje de Jesús (Castro, que interpreta a Andrés Rivera), que está con otra trama, donde nunca sabes quién es el bueno y quién es el malo. Y alguno es muy bueno en un momento dado y puede ser muy malo en otro momento dado. Como espectador son los personajes más bonitos de ver, porque las personas somos así. Las personas no somos todo el rato blanco. Vamos cambiando según la situación, esa es la realidad. Y si a ti nadie te hace nada, pues seguramente intentarás estar en el lado blanco todo el rato, pero si te están todo el rato pinchando y pinchando y pinchando, va a llegar el momento en el que vas a tener que sacar una cara que todavía no se había visto y defenderte. Y esto es todo el rato así.

P.: ¿Cree que, a pesar de la moralidad dudosa de su personaje, gustará a la gente? ¿Le defenderán?

E. E.: Yo he tenido la oportunidad de interpretar a varios personajes así en mi carrera, y para mí, evidentemente, siempre son los más interesantes y los más bonitos. El objetivo principal, cuando haces un personaje de estos, es que cuando tienes que ser un hijo de puta, seas el mayor hijo de puta que hay en la faz de la tierra. Pero en todas las demás escenas intentes ser encantador. Eso es magnetismo puro para la audiencia. Si consigues poder hacer las maldades que tú quieras, y que la persona que te está viendo se identifique o te perdone…"Hombre claro, es que lo tiene que hacer porque…"(risas). Que volvemos otra vez, es Tony Soprano, Walter White...

P.: Con Walter White pasaba muchísimo.

E. E.: Eso es una genialidad. Pero estamos hablando de una de las mejores series de la televisión de la historia. No estamos intentando comparar eso. Estamos intentando comparar el personaje. El mío es un caramelo porque encima de que tiene todo hecho, que podría ser el consejero delegado de una empresa internacional... Encima es el presidente del Gobierno. Me ha costado ponerme ese traje de presidente y creerme que yo era el presidente. Eso ha sido lo más difícil.

P.: Su personaje, además, está un poco manipulado, tanto por Gutiérrez Casas (interpretado por José Luis García Pérez) como por su esposa, Ana Chantalle (Miryam Gallego). ¿Va a tomar alguna decisión real, a poner las cartas sobre la mesa?

E. E.: Al empezar la serie se supone que el que manipula a todo el mundo es Alberto, y en la escena cuatro cambian las tornas. Y en el tercer capítulo vuelven a cambiar. Y en el capítulo ocho cambian otra vez. Eso es lo más bonito de la serie: que nunca sabes quién está manipulando a quién. Y la última escena de la serie (risas), mira lo que te digo, cuando quedan cuatro escenas de la serie, todavía hay un giro maravilloso. Y ya no te puedo contar nada (risas).

P.: Es spoiler.

E. E.: Sí. Pero me refiero, a que hay cuatro o cinco giros de guion, como se podría denominar en un guion cinematográfico, que en la televisión funcionan tanto y mantienen el interés de saber quién es el que está organizando todo. Porque hay una cosa que sí te puedo decir: tú vas a saber muy pronto quién es el autor del intento de magnicidio. No es una cosa que se va a mantener hasta el final. Lo potente de esta serie es que muchas veces el guionista se guarda esa información para el final y mantiene esa tensión y en este caso va a ser: qué va a pasar ahora que la audiencia sabe lo que ha pasado, pero Alberto no.

P.: ¿Cree que Alberto tomará más decisiones a raíz de que le intenten matar?

E. E.: Uff… El final. El final, el final, el final. Hay que ver todos los capítulos y el último capítulo es increíble. Está muy bien. En el último capítulo hay un momento potente, potente. Ojalá la gente ya esté enganchada para poder ver el final de la temporada.

P.: Su personaje, además, está casado y tiene una relación con su jefa de Prensa, Paula Campillo (Michelle Calvó). ¿Esta relación cree que es un capricho o Alberto realmente la quiere?

E. E.: Alberto es el típico personaje que quiere a su jefa de Prensa, a Gutiérrez Casas, que tiene una relación con él que ya a ser una de las cosas más bonitas de la serie. La relación que tiene Alberto con Gutiérrez Casas la gente no se la espera. Eso es espectacular. Y realmente él está enamorado de su mujer porque es la que le ha acompañado durante 20 años y es la madre de sus hijos, y él es un tío familiar. Es la que de verdad le ha acompañado para hacerle el asiento. Que durante ese camino se ha acostado con todo Dios eso es evidente, aunque no hace falta que lo saquemos. Con Paula sí que tiene una relación especial. Para él es como si fuera su niña bonita, no es solamente un capricho. Pero como te digo: tiene la suficiente frialdad para pasar por encima de cualquiera de los tres. Con una sonrisa en la boca.

P.: Para que parezca bueno.

E. E.: Él es así y es de las cosas más bonitas que tiene. Ama a los tres, a cada uno lo respeta profesionalmente: Gutiérrez es su mentor; Ana es la madre de sus hijos y quien lo ha acompañado durante 20 años haciendo todo lo que hay que llegar a hacer para ser presidente del Gobierno y la otra (Paula Campillo) es el amor, la pasión, su niña bonita, la que le escribe los discursos... Pero si de cualquiera de los tres ve que hay cualquier resquicio de que va a pasar algo, no confía en él o nota cualquier cosa, lo elimina de la ecuación.

P.: ¿Ama más al poder que a cualquiera de ellos?

E. E.: Exactamente. Y eso es lo que estamos contando al final. Lo difícil que es llegar a sentarte en ese sillón y soltarlo. Tampoco voy a hablar de política y es una de las máximas que me he hecho al hablar de esta serie. Pero la realidad es que es evidente, y cada uno que piense lo que quiera, pero es evidente que va llegando gente a ese sillón, y va pasando lo mismo. Y lo que dije seis meses antes ya no importa. Y voy a hacer lo que haga falta para agarrarme a este sillón. Ya da igual: la ideología, el partido político. Da igual. Y decir: "¿Y ahora me tengo que ir a mi casa? Y una mierda". ¿Ahora me tengo que ir a mi casa después de esto? ¿De estar sentado aquí? Que te llamen, que cojas el teléfono y te digan: "Señor presidente". Y tú dices: "Guau". Es muy difícil. Es muy difícil, y la gente se ve que eso no lo entiende, se marean con otras cosas. No se dan cuenta de que al final estamos hablando de personas, y las personas somos así. Las personas somos débiles y hay muy pocos líderes políticos en la historia de la humanidad, no de España, que antepongan el bien común a sentirte poderoso. Y yo cuando dejé la… Te lo juro que en la última escena de Alberto, que es un discurso que estoy haciendo en Moncloa en un atril -ya no voy a decir nada más- te lo juro que me quité el traje , como hago siempre en todas las series que he podido protagonizar en mi vida, me despido del personaje, doy las gracias... Pero cuando vi esa chaqueta dije: "Por favor que le vaya bien a esto, porque yo quiero ponerme esta chaqueta otra vez" (risas). Te lo juro que es uno de los personajes que me dejó vacío porque ha sido muy bonito interpretarlo. Es la verdad.

P.: ¿Cree que su personaje, sabiendo cuánto le gusta el poder, hubiese dejado a su mujer ser la presidenta del Gobierno en vez de él, si se hubiese dado el caso?

E. E.: Ni de coña (risas). Vas a ver un personaje, como te decía, muy muy bonito de ver. Así que de verdad, espero que nos encontremos dentro de seis meses, que me voy ahora fuera a hacer una serie a Colombia, una serie de Caracol para Netflix, la historia de la india Catalina, la historia de la creación de Cartagena de Indias. Yo no soy de la India, evidentemente, yo soy el conquistador español Pedro de Heredia, que creó Cartagena. Y en seis meses volveré a España y cruzando los dedos para que cuando salga la serie vaya bien y hagamos una segunda temporada.