Buscaron las peores calificaciones en portales como Tripadvisor y Booking y se fueron a buscar los locales. Nada -mugre, colchones con manchas de sangre, duchas con restos humanos...- ha sorprendido a Kike Sarasola, que como deportista de élite en la hípica hizo guardia en garitas de ese estilo o peores. Ahora, convertido en un empresario de éxito en la hostelería -es creador y dueño de la cadena Room Mate-, comparte su experiencia con los atribulados dueños de negocios en Este hotel es un infierno, coach que DMax estrena el 24 de enero (22.30).
Emocionado hasta la lágrima en la presentación del programa, Sarasola asegura que este formato le ha cambiado la vida a él y a los participantes.
Sarasola llega al hotel en cuestión, se aloja, duerme como puede, se asea de aquella manera y desayuna si hay con qué. Estudiado el negocio, propone una serie de pautas, llama a su equipo de reformas -en la mayoría de los hoteles, ocho en la primera temporada, se ha rehabilitado el lobby, una habitación y un baño- y devuelve las llaves a los dueños para que intenten reflotar el establecimiento.
Este hotel es un infierno es la adaptación española que ha realizado Shine Iberia (Masterchef) del formato internacional Hotel hell,Hotel hell cuya versión original presenta el chef y empresario Gordon Ramsey.
Entre los casos más destacados, alojamientos que brillaron por su calidad pero que se niegan a ver la realidad ofreciendo servicios de los que no disponen; una residencia de estudiantes que sus dueños han reconvertido en hotel pero sin realizar ningún esfuerzo o inversión; hoteles heredados por los hijos de los propietarios originales, cuyos nuevos dueños están arruinando por su propia dejadez; trabajadores sin experiencia que recurren al traductor de Google para poder atender a los extranjeros, personal de la limpieza que irrumpe sin permiso en las habitaciones y hoteles que servirían de escenario de una película de terror.
La primera misión de Kike Sarasola le lleva hasta la localidad catalana de Riudarenes, en Gerona, para tratar de meter en cintura al joven equipo del Motel La Entrada. Las esperas en recepción son eternas, el personal come y bebe en horario de servicio y se habla a gritos delante de los clientes.
Mientras tanto, el propietario parece haber tirado la toalla, siempre está ausente y la joven plantilla que tiene a su cargo -la encargada del establecimiento tiene solo 18 años- se comunica con él exclusivamente por teléfono. El coach
Este hotel es un infierno actúa además sobre distintos establecimientos hoteleros de Málaga, Jaén, Segovia, Pontevedra y Valencia. Incluso Sarasola regresa al pueblo en el que pasó su infancia para evitar que los propietarios de un local, cuatro hermanos que no se hablan entre sí, tiren por la borda el legado de su abuelo.