Lara Álvarez: "Supervivientes' no tiene trampa ni cartón"
Lara Álvarez es la voz de Supervivientes en Honduras. El 20 de marzo (22.00), entrará en Tierra de nadie para informar a Jorge Javier Vázquez y al resto de la audiencia de la última hora de los aventureros. La edición 2018 no ha podido empezar en Telecinco con mejor pie y mayor fidelidad de la audiencia: el estreno, con un 26,5% de cuota de pantalla y 2.960.000 espectadores, arrasó superando los registros del arranque de la temporada pasada. Y el primer Supervivientes: conexión Honduras (16% y 2.147.000) fue la oferta de entretenimiento más vista de la jornada, también con mejores registros que el inicio de la temporada anterior.
¿Cómo afronta este cuarto año en Supervivientes
Lara Álvarez: Estoy tranquila, pero con más fuerza que otros años. Es como volver a casa. Como ya es el cuarto año, estar tres meses fuera de tu vida para hacer otra paralela ya es como parte de mí. Estoy tranquila, con muchas fuerzas y expectativas.
¿Qué novedades va a encontrar el espectador?
L.A.: Muchas. Poco puedo adelantar, pero van a cambiar algunos conceptos importantes y localizaciones. Podremos enseñar lugares nuevos de Honduras, juegos nuevos, pruebas diferentes para los concursantes... Con el casting que tenemos este año puede pasar cualquier cosa. Este año hay perfiles diferentes y marcados y creo que eso va a gustar al espectador, aunque va a prejuzgar inevitablemente. Lo que va a sorprender de Supervivientes es descubrir al superviviente, no al personaje.
¿Qué tiene Supervivientes
L.A.: Que es auténtico, no tiene trampa ni cartón y la gente ve esto de sobra desde casa. Al principio, si te fijas, los concursantes llegan muy pendientes de lo que pasa fuera, de cómo se les está viendo, cómo se les está entendiendo, se tienen que juntar para hacer estrategia... Luego eso se lo come la isla. Al final, las conversaciones, la evolución, las preocupaciones, organizarse para dormir cuando hay tormenta o a quién eliges para hacer las pruebas son cosas que se perciben desde casa. Se olvida el personaje y llega el superviviente. No hay más que fijarse en el perfil de los ganadores de los últimos años (Abraham García en 2014, Christopher Mateo en 2015, Jorge Díaz en 2016 y José Luis Losa en 2017). No son super conocidos, pero eso se premia desde casa.
¿Usted cómo se prepara?
L.A.: El primer año no tenía ni idea. Es complicado y no fui preparada físicamente. Mentalmente pensaba que sí, pero tampoco. Lógicamente, no lo pasamos tan mal como los concursantes ya que nosotros tenemos comida, nuestra cama y nuestro techo. Pero allí hay mucha humedad y pasamos mucho calor porque trabajamos desde las 14.00 hasta las 18.00. Físicamente intento entrenar porque yo tengo la tensión baja, así que el calor a mí me mata. O estoy fuerte, o muero. Intento seguir haciendo deporte, comer sano, cuidarme a base de proteínas... Es como un entrenamiento militar y cada año lo llevo mejor. Tengo una responsabilidad enorme y, por supuesto, cada año quieres dar lo mejor de ti. La gente tiene muchísimas ganas de Supervivientes. No sé cuál es el secreto, pero creo que es la autenticidad. Ya no es solo la responsabilidad de hacer bien tu trabajo, sino de transmitir el trabajo de las 180 personas que estamos en Honduras, de gente que lleva ya un mes allí preparando los juegos, la producción... Es un programa que a nivel de producción mueve montañas. Hay que valorar todo eso y que la gente lo disfrute, que es lo que nos mueve para ir con ilusión y sorprender a la audiencia.
Se nota que le coge cariño a todos los concursantes. ¿Después del programa ha mantenido contacto con alguno?
L.A.: Con todos no, pero cada vez que nos vemos siempre queda algo super especial. Suena muy romántico lo que voy a decir, pero solo la gente que lo vive lo entiende. Las situaciones extremas a las que te lleva el reality seguramente no las vuelvas a tener en tu vida. Ellos se conocen en circunstancias que ni se imaginaban y que seguramente no vuelvan a vivir. Todo esto a ellos les marca y yo lo comparto con ellos de manera directa. Yo soy el único vínculo que tienen. El resto de personas del equipo no pueden hablarles en ningún momento. La única conversación que tienen es conmigo, entonces el único apoyo que tienen es el mío. Yo lo paso fatal cuando los veo perder una prueba porque aquí se ve como un espectáculo, pero allí, fuera de cámaras, tienes que ver cómo se sientan porque se marean del hambre, cómo adelgazan cada vez más... Se van involucrando cada vez más y cuando no lo consiguen, y de verdad lo intentan, es una rabia horrible.
¿Qué opina con respecto a todos los que dicen que se les da comida?
L.A.: Yo ya no digo nada con respecto a eso porque es evidente. Si tú cada vez estás más débil y te esfuerzas más es porque estás más metido en el reality y te das cuenta de que o lo haces o te mueres del hambre allí. Creo que la gente va tomando conciencia. Los cambios físicos son radicales. Hemos tenido gente que ha perdido 21 kilos en tres meses.
¿No le da un poco de miedo Raquel Mosquera por los problemas de salud que siempre le han achacado?
L.A.: Tenemos un equipo médico excelente y pasamos unas pruebas médicas muy fuertes para poder ir. Ya no es solo un concurso físico, sino también mental. Raquel ha pasado tantas pruebas que seguro que va fuerte y nos sorprende a todos muchísimo.
¿A quién le gustaría ver en el concurso?
L.A.: A todos, en serio.
¿Y tiene algún favorito?
L.A.: El primer año cometí el error de prejuzgar y quedarme con perfiles que pensé que iban a dar mucho juego, y luego me equivoqué. Prefiero ir neutral y evolucionar con ellos.
¿Conoce a alguno de los concursantes?
L.A.: Personalmente no. No he coincidido nunca con ninguno de los que están confirmados. Esto también me facilita el trabajo. Cuando vinieron Mila (Ximénez) o Alba (Carrillo), gente que conoces, muchas veces pecas de alejarte para que no se vea que les conoces. En ese sentido este año es más fácil.
Si en lo profesional le va bien, ¿qué tal en lo personal?
L.A.: Fenomenal también. Estoy con mi marca Blue palm a tope. Ya sale la colección nueva. Tengo muchas ganas. Era una ilusión que tenía pendiente y, gracias a Dios, está saliendo adelante muy bien.
¿Qué echa de menos cuando está en Honduras?
L.A.: A mi familia sobre todo, aunque tengo la suerte de comunicarme con ellos todos los días siempre que internet funciona, y a mi perro. Hago Skype con mi perro y esto me da fuerza. También echo un poco de menos la rutina. El día a día en Honduras es muy distinto. Trabajamos casi todos los días. Este año creo que tenemos un día libre nada más. Es un detalle, la verdad. Allí me llevo la guitarra o me llevo libros.
¿Cuánto tiempo durará Supervivientes
L.A.: No lo sé. Son tres meses. En principio, como el año pasado. Ojalá todo vaya bien.