Blanco y negro cruzan 'La línea roja' en Cuatro para buscar un punto de encuentro
Hay temas conflictivos que están en boca de todos y generan en la sociedad posturas antagónicas de difícil conciliación. O blanco o negro, dos colores separados por una línea roja que marca para cada persona la frontera entre lo aceptable y lo inaceptable. Atreverse a cruzar la línea roja supone entrar en territorio comanche, un espacio adverso donde vivir en toda su extensión y complejidad la realidad que se rechaza. ¿Existe posibilidad de hallar un punto de encuentro que acerque los extremos?
El periodista Jesús Cintora será el acompañante del viaje de dos personas con opiniones y sentimientos opuestos que se atreven a cruzar hacia el otro lado de La línea roja, serie de especiales que La línea rojaCuatro y que abordará temas tan controvertidos como la lucha LGTB, la okupación o la tauromaquia.
Producido por la cadena en colaboración con Cuarzo Producciones, en La línea roja Jesús Cintora buscará a dos personas completamente desconocidas, de niveles socioculturares y educación similares, para que expongan los argumentos que les han llevado a posicionarse en distintos temas. Una vez expuestas sus reflexiones, se embarcarán en un viaje hacia el otro lado de la línea, a territorio comanche para conocer formas de pensar, actitudes, pensamientos y costumbres con las que jamás pensaron que convivirían.
El objetivo del viaje es vivir en terreno contrario con personas que piensan radicalmente distinto a ellos. Durante unos días, van a convivir con personas y situaciones completamente alejadas de su forma de pensar. A lo largo de esta vivencia estarán acompañados por el periodista Jesús Cintora, quien, en momentos puntuales, les pondrá contra las cuerdas e irá aportando nuevos elementos de debate.
"En La línea roja el protagonismo es para la gente de la calle", explica Jesús Cintora. "Llevamos a estas personas al terreno totalmente contrario, a territorio comanche, para que contrasten sus pensamientos. Dicen lo que piensan, y lo dicen a la cara de quien opina completamente distinto, jugando fuera de casa".
Jesús Cintora retoma en La línea roja su papel de narrador para guiar al espectador durante el viaje de ida (y, quizá, también de vuelta) de los protagonistas de cada programa. El periodista no solo recabará sus opiniones y sus argumentos, sin entrar en valoraciones, sino que además les irá acompañando durante toda su experiencia al otro lado de la línea roja que han cruzado temporalmente. Estará a su lado para ver cómo se sienten y qué van pensando a medida que comparten tiempo, vivencias o conversaciones con aquellos que están en el punto opuesto de sus creencias o de su ideología.
"En La línea roja creemos que, para opinar o saber, a menudo lo mejor es ir e informarse. En este caso, para los protagonistas del programa, encontrarse con personas y situaciones con las que no están de acuerdo o incluso detestan dará pie a un contraste de impresiones que conducirá a cambiar de opinión, a reafirmarse en sus ideas o a pensar aún peor", explica el presentador.
Su postura será imparcial, sin pretender cambiar la opinión de nadie, pero aprovechará sus cualidades como entrevistador para hacer preguntas incisivas a los dos invitados que se conocerán en ese momento y que les harán cuestionarse sus planteamientos y exprimir sus argumentaciones.
Al final de esa vivencia, Jesús Cintora adoptará un rol de moderador al juntar por primera vez a sus dos invitados en un particular cara a cara, separado por la línea roja, en el que ambos explicarán su forma de pensar y se enfrentarán a lo que han vivido durante todo el programa. ¿De qué les ha servido cruzar la línea? ¿Ha cambiado en algo su forma de pensar? ¿Se han enrocado aún más en su postura?
"Al espectador, ver situaciones y vivencias protagonizadas por personas antagónicas le ofrece un tablero para tener más información, contrastar impresiones, identificarse, rechazarlo, estar a favor o en contra", asegura Jesús Cintora.
Para Jorge Garrido, abogado, "en España no hay homofobia", sino "exaltación del homosexualismo"; para Álvaro Sanjuán, filólogo, las más de 200 agresiones al año por homofobia le parecen una prueba irrefutable de lo contrario y considera que "hay mucho camino por hacer". Mientras el colectivo LGTB está luchando por conquistar derechos, otra parte de la sociedad se siente amenazada y considera que su modelo de convivencia "está en riesgo".
Laura Gonzalo, estudiante de veterinaria, vegana y animalista, cree que un festejo taurinoy lo considera maltrato animal; para Andrés Sánchez, magistrado y aficionado a los toros, una corrida es un hecho "profundamente cultural y ético".
Ellos son solo cuatro ejemplos de que, ante cuestiones controvertidas, es muy fácil encontrar opiniones radicalmente enfrentadas. La línea roja les someterá a la prueba más complicada de su vida: vivir y convivir una realidad con la que no empatizan y que no comprenden para intentar abrir sus ojos a otras formas de ver el mundo... o para cerrárselos aún más.
La primera entrega de La línea roja abrirá el debate con un tema que genera enfervorecidos detractores y partidarios con, en principio, pocas posibilidades de encontrarse en un punto medio: la tauromaquia.
Así, Laura Gonzalo acompañará a Jesús Cintora a Roquetes (Tarragona) para ver cómo se preparan las fiestas del toro embolao; visitará la ganadería de Victorino Martín, el cortijo, la dehesa y el tentadero para ver cómo viven los toros de lidia a lo largo de su crianza, y convivirá un día entero con el torero.
Por su parte, Andrés Sánchez se reunirá en plenas fiestas de San Fermín con José Enrique, veterinario y presidente de la Asociación de Veterinarios Abolicionistas de la Tauromaquia, quien le explicará el estrés que sufren los toros durante el encierro; irá a Grazalema (Cádiz) para ver uno de los festejos populares más antiguos del país acompañado por un miembro del PACMA (Partido Animalista), y acompañará al activista Óscar del Castillo a una protesta en la Puerta del Sol de Madrid.
Sus visitas al otro lado de la línea no estarán exentas de tensión y enfrentamientos y, en más de un caso, será necesaria la intervención de la Policía o de la Guardia Civil para evitar situaciones de violencia.