Pelos, Jesús Vázquez y una pizca de diferencia en 'Ven a cenar conmigo'
Regresan los timbres, los anfitriones más inesperados, los platos más deliciosos y también los más fallidos. Vuelven los hilarantes comentarios de Luis Larrodera. Comienza, en definitiva, una nueva temporada de Ven a cenar conmigodonde suma tantos puntos el buen manejo del cuchillo y las sartenes como la decoración de la mesa, el ágape inicial o la diversión en la fiesta final.
En esta primera semana de competición, que arranca el lunes 5 de noviembre a las 20.30, el punto de partida será Galicia. Tierra de meigas, pulpos a feiras y cuna de grandes cocineros que encontrarán su representación en cinco aprendices de chef de lo más variopinto. Ainhoa ejercerá de primera anfitriona de la semana. Se mostrará como una mujer divertida e independiente, con un enorme potencial en la cocina, pero con una particularidad: odia el contacto humano. Ni besos, ni abrazos, ni roces… nada de nada. Y además, está embarazada. Toda una personalidad singular que pondrá en un brete a más de uno.
Jesús Vázquez será el primer comensal en llegar. ¿Se tratará del exitoso presentador? No, no es el caso. Este Jesús es peluquero, barbero, estilista… polifacético, sí, pero no delante de los focos. Él es más de triunfar con la tijera y la maquinilla. Todo un profesional que no solo ha venido a disfrutar de una experiencia, también a ganar los 3.000 euros de premio. María, tercera concursante, siempre quiso ser peluquera. Y lo consiguió. Un punto en común para hacer frente común con Jesús y entablar una alianza. Y como la cosa va de cabellos, la cuarta en hacer acto de presencia será Cristina, modelo de deslumbrante melena. No le gusta pasar desapercibida y lejos del prototipo de veinteañera alocada, a esta joven le encanta la idea de ser diferente al resto.
José completará el grupo. Es cantante, tiene "la edad de Cristo más 15" y se define como ambiguo, diferente y "yo mismo", signifique eso lo que signifique. No sigue modas, no es esclavo de nada y responderá sin problemas tanto si le tratan en masculino o en femenino. ¿Para qué complicarse con etiquetas?