Jordi Mollà dijo no a 'Perdidos': "Ni quiero vegetar ni quiero escribir mis memorias"
Los invitados del domingo 17 de diciembre en Chester conocen muy bien lo que es la libertad, unida a pequeñas dosis de rebeldía y a muchas de no seguir la rutina ni los patrones sociales. Ambos saben que es difícil decidir ser libre, ir a contracorriente, arriesgarse y vencer tus propios límites. La periodista Samanta Villar y el actor Jordi Mollà se sentarán frente a frente, a partir de las 21.30 en Cuatro, con Risto Mejide para demostrar que se puede salir de la zona de confort y hablar sin tapujos en Chester freedom.
Periodista, presentadora, escritora, con estudios en arte dramático, Samanta Villar es una rebelde con causa. "Mi libertad ha tenido que ver con mis padres. Nunca me han inculcado ningún miedo. A amigas mías les decían: 'Ay, ten cuidado por la calle a esas horas a ver que te va a pasar', y a mi jamás me dijeron esto. Me ha ayudado a ser muy libre y a explorar mi vida", explica Samanta.
Siempre ha querido contar la realidad en primera persona, sin artificios. El éxito no es suficiente para Samanta. Siguiendo su propio estilo, ha terminado creando un sello propio en televisión rápidamente reconocible para el público. Mujer valiente y libre, sin pelos en la lengua, ha desatado numerosas polémicas. "No tengo límite. No pienso mucho las consecuencias cuando digo las cosas. Sí que pienso a veces que soy una persona de expresión muy contundente. Como soy muy intensa, me gusta la intensidad, me gusta transmitir intensidad también. Y como soy muy apasionada, me gusta transmitir esa pasión", admite. "Una de las críticas que más me enervó de 21 días era una que decía que aquello era una pantomima (…). La gente que se cree que yo hago esto porque piensa que soy una egocéntrica no ve más allá. Yo no hago esto por egocentrismo, lo hago porque es una buena historia, es distinto".
En su paso por Chester Samanta no dudará en volver a pisar aquellos charcos del pasado que tanta polémica le generaron, como su intervención en 21 días haciendo porno: "Jugamos con la ambigüedad. Todo el mundo pensó que si lo haces es como actriz pero, efectivamente, jugué con la ambigüedad de las palabras porque al final yo hice porno, pero como directora. Generamos una expectativa que no cumplíamos y es una cosa que jamás volverá a pasarme".
Tampoco rehuirá sus polémicas presentes, como su particular revolución sobre el papel de ser madre. Su testimonio rompe con el discurso público establecido hasta el momento. "Siempre somos las mujeres las que juzgamos a las mujeres que no viven esto como se debe vivir. Sale una mujer diciéndote cómo se debe vivir y si no lo vives así, la culpa es tuya. 'Eres egoísta, inmadura, oportunista', te dicen. Todavía muchas mujeres no entienden el poder que tenemos al aceptar que otras mujeres vivan su vida en la diferencia".
Y puestos a destapar nuevas cajas de los truenos, Risto no dudará en preguntar a Samanta por una de las cuestiones que más vehementemente defiende… y que es casi tan políticamente incorrecta o más que su opinión sobre la maternidad: "Si yo quiero mañana prostituirme a 3.000 euros el polvo, ¿por qué no lo puedo hacer? Hay prostitutas que les encanta su trabajo y la gente dice que eso no puede ser ¡pues claro que sí! Yo he ido, convivo con ellas, son mis amigas, tienen una asociación, yo soy la madrina… Ahora me vienes a decir que todas son esclavas o víctimas, o locas, o viciosas… La explotación sexual es horrible, además el proxenetismo es delictivo también, y yo esto lo condeno con todas mis energías (…) Una prostituta me dijo una vez: 'Si hubiera menos pobreza, habría menos putas. Si hubiera menos estigma, habría muchas más".
Actor, director, escritor y pintor. Jordi Mollà rebosa creatividad y libertad por todos los poros de su piel y desde bien temprana edad. La película Jamón, jamón marcó el arranque de su carrera profesional y le ofreció la oportunidad de conocer a otra alma libre: Bigas Luna. "Fui a un casting en Barcelona para esta película. En la prueba hacía que pinchaba una tortilla y comía. Pasó un mes y medio, yo ya me había olvidado, y de repente pum, me llaman y me dicen: 'Bigas quiere verte'. ¿Bigas? ¿Qué Bigas? ¿Luna? Hostia, pero ¿para qué? Y dicen: 'Para hacerte una prueba con Penélope'. Llegué y lo primero que me dijo Bigas fue: 'Hiciste tan bien la imitación de cómo te comías el pincho de tortilla que acabé de trabajar y me fui a comer una tortilla de patata".
Del director catalán, Jordi solo guarda buenos recuerdos: "Bigas era un hombre que tenía una capacidad para la vida increíble. Cuando hacía películas con él, no parecía que grabásemos una película, parecía que íbamos a comer y de paso hacíamos una película. Tenía un sentido del humor, una inteligencia…".
En ese rodaje conoció a otros dos grandes amigos, a Penélope Cruz y a Javier Bardem. "A Penélope la conocí un poco antes de Jamón, jamón. Era, y es, una preciosidad. El día que la vi recuerdo que llevaba un jersey blanco así de cuello alto. Yo me había olvidado de que era la chica de La quinta marcha, ¡y me pareció una chavala tan simpática...! Penélope es una chica con una magia bestial".
Sobre Javier Bardem, recuerda una anécdota respecto a la grabación de una secuencia donde ambos peleaban: "Un día de ensayos, Bigas nos preguntó: '¿Queréis dobles para esta escena?' Y Javier se vino arriba y dijo: 'No, no. Jordi, ¿no, verdad? Somos nosotros'. Y yo me quedé así mirándole y pensé: 'Este tío no sabe lo que dice'. Y dije: 'Mmm… bue… vale'. El palizón que nos dimos fue increíble. La herida que se le ve a Javier en la película es real, se la hice yo. Terminamos hechos polvo".
Curiosamente, el trío de intérpretes consiguió abrirse camino en Hollywood. Sin embargo, al contrario que Penélope y Javier, dos estrellas consagradas, premiadas y aclamadas, Jordi asegura que a lo largo de su carrera no le ha sido fácil ser libre. Como él dice, siempre es más fácil hacer lo que todo el mundo hace y no tener que enfrentarse a los obstáculos y a los miedos.
"Una vez acompañé a mi novia de entonces, Verónica Blume, guapísima, que era modelo, a unos castings. Había una película que se llamaba Blow Conseguí tener el guion de extranjis y preparé una escena mucho más grande, de otro personaje. Hice la prueba, preparé esas cuatro páginas de guion o tres páginas de guion, y me fui. Pasó el tiempo y en enero del año 2000, el día de Reyes, me dijeron: 'Oye, mañana quieren que vayas a Los Ángeles a hacer otra prueba. Mañana te vas para allá'. Estaba aterrorizado, no, lo siguiente. Bigas Luna decía: 'Cuidado con lo que desees porque lo tendrás'. Al día siguiente me vi allí. Nunca había estado tan lejos en mi vida. Tenía tanto miedo que decía: 'Que no me cojan, por favor, que no me cojan".
Pero le cogieron. Y después de Blow con Johnny Depp y Penélope Cruz, llegarían papeles en Dos policías rebeldes 2, con Will Smith; Elizabeth, la Edad de Oro, con Cate Blanchett; El Álamo, con Dennis Quaid, o En el corazón del mar, con Chris Hemsworth, entre otras.
Pero por cada papel que aceptó… hay muchos que rechazó. Uno de los más conocidos, un rol protagonista en Perdidos. "No me explicaban nada, no sabía nada, y me tenía que ir al día siguiente a Hawái, seis meses y con un contrato que igual pues me ataba a años. No lo sé, no quise entrar. Me dijeron: 'Mira, si quieres vegetar y escribir tus memorias es perfecto'. Y yo pensé: 'Ni quiero vegetar ni quiero escribir mis memorias'. Lo pasé muy mal. Sabía muy bien a qué estaba diciendo no. Desde el sofá se ve todo muy fácil, pero luego hay que hacerlo. Antonio Banderas me dijo un día una cosa muy cierta. 'Nosotros, los actores españoles, tenemos una ventaja con respecto a todos estos de aquí, de Hollywood. Nosotros nos podemos ir cuando queramos. Ellos no'. La libertad es una decisión. La libertad es poder decir no”.