Intencionadamente o no, Lucía Etxebarria ha conseguido de nuevo ser protagonista absoluta de un debate en Twitter. Todo porque zanjó la discusión con una usuaria de la red social, con la que discutía sobre la homeopatía, con un mensaje en el que le recordaba que tiene el carné de Mensa, una asociación cuyo único requisito para ingresar es tener un coeficiente intelectual superior al del 98% de la población. La definición de "mensa" en el diccionario español - "tonto, pesado y bobo"- abrió la puerta a los haters y trols.
Y como explicación, la carta posterior de la escritora y concursante de Campamento de verano, titulada Soy superdotada, mi hija lo es, y tú me odias por eso.
En su artículo, Etxebarria reconoce que la vida de un superdotado no es fácil, y que debe enfrentarse a numerosos problemas con el resto de la sociedad.
Ella descubrió a los 50 años que era superdotada, y que su hija suspendía y que no se relacionaba bien en el colegio. Y no porque no pudiera, sino por ser superdotada, una condición que posee un 2% de la población mundial.
"Es que es un maltrato institucional. Un niño no se tiene por qué avergonzar por ser superdotado. Por debajo del 75% se tiene mucho cuidado y se intenta integrar enseguida a un niño. Sin embargo, cuando estás por encima del 130, ¿qué pasa?", se pregunta.
"¿Por qué se premia subir una foto a Instagram con un cuerpo muy bonito, en bikini o con un modelito y se glorifica a cualquiera y que ya una talla 42 sea una talla calificada de gorda, y en cambio no se puede hablar de altas capacidades? Esto nos debería hacer reflexionar de cómo es nuestra sociedad", hace ver Lucía Etxebarría.
"Es una vergüenza que no me haya atrevido hasta los 50 años a decir que soy superdotada", apunta ahora.