Màxim Huerta asiste entre orgulloso y sorprendido al éxito de sus novelas. El copresentador de El programa de Ana Rosa (Telecinco), que ha escrito desde que era niño, está inmerso ahora en su tercera novela, que verá la luz el próximo otoño. Mientras, el periodista celebra estos días la reedición de su primer texto, Que sea la última vez (Martínez Roca), una historia de miedos personales y cambios protagonizada por Margarita Gayo, que se adentra en el mundo de la televisión con gran ironía.
Inquieto e irónico, este chico de pueblo, como él mismo se define, ama los retos y sueña con ser algún día corresponsal en París.
¿Cómo vives el éxito literario?
Ha sido una gran sorpresa, estoy preparando ya una nueva novela, la tercera, y ver que piden de nuevo la primera y que deciden reeditarla es todo un regalo. Me he puesto mucho más nervioso que cuando la presenté por primera vez, casi ni me acordaba de la historia.
¿Qué crees que ha gustado tanto al público de tu primera novela?
Cómo habla de amor y del fin de una etapa, es una mezcla muy buena de ironía y romanticismo que hace que se pueda comparar con una buena botella de champagne. Que sea la última vez... es una novela que habla de miedos personales y de cómo se afrontan los cambios, algo que a todos toca alguna vez.
¿Qué nos puedes adelantar de la próxima?
Saldrá en otoño. Llevo año y medio trabajando en una nueva historia con la que quiero cerrar el ciclo de protagonistas femeninas. Sólo puedo dar una pista: París. Será mi novela más especial.
¿Cuánto hay de biográfico en tus novelas?
Mucho, elijo yo los personajes, los lugares, los sabores, se trata de algo que depende de mí y sólo de mí y en ese sentido me doy por entero. Lo que yo veo, vivo y sufro está siempre presente.
¿De dónde sacas tiempo para escribir?
Soy muy meticuloso, todos los días de cuatro a siete de la tarde apago el móvil y me pongo delante del ordenador, utilizo música para relajarme y me adentro en la historia.
¿En qué faceta te sientes más cómodo?
Soy más yo en el libro, escribiendo te desnudas mucho más. Máxim en la tele y Max en los libros.
¿Qué te han dicho los compañeros de tus libros?
Soy muy pudoroso, debe ser vergüenza de hijo único o de chaval de pueblo, quién sabe, pero lo cierto es que por muchos años que lleve cumplidos en Madrid hay una parte de pudor que aún no he perdido. No suelo hablar en televisión de mis libros, pero en las redes sociales sí, soy todo un adicto. Gracias a ellas he descubierto que hay gente que se ha tatuado frases de la novela. También me han contado historias de amor muy parecidas a las que yo cuento y la gente me ha comentado temas tan personales que me han removido por dentro.
¿Cómo es ese Max que aflora en los libros?
Cuando llegué a Madrid quería quemar la ciudad, era un sueño para mí vivir aquí, así que después del informativo salía siempre hasta las tantas. Ahora, pasado el tiempo me he relajado y he vuelto a ser el mismo chaval de pueblo que era, un hombre que se emociona con las cosas sencillas y disfruta de la calma, me encanta volver a mi casa a visitar a la familia, sentarme junto a mi abuela y aprender de ella.
Tienes los pies en el suelo...
Mucho. Mis padres nunca se han deslumbrado por que trabajase en la tele. Nunca olvidaré la frase de mi padre cuando le dije que iba a trabajar en televisión. Me dijo: "Te crees que eso es importarte, importante sería ser médico". Soy hijo único pero dirigido por Cuadernos Rubio, siempre he tenido los pies en la tierra.
¿Cómo es Ana Rosa Quintana como jefa?
Cuando la conocí me daba mucho respeto, yo venía de informativos y ella era toda una estrella de la televisión, pero con los años he descubierto que detrás hay una mujer muy irónica, divertida y muy de Usera. Se me fue borrando la imagen de la Quintana y empecé a conocer a Ana Rosa; es una mujer de su casa, le encanta hablar de sus críos y de lo que ha hecho el fin de semana. Tenemos ya una complicidad muy grande. Después de siete años ya no somos sólo compañeros, hemos establecido una amistad. Es una profesional muy generosa. Lo único de lo que me quejo es de que tiene más vacaciones que nosotros.
¿Se respira buen ambiente en el plató?
Muy bueno. Somos muy afortunados en ese sentido; me llevo muy bien entre todos y a los que me caen mal los ignoro.
¿La experiencia es un grado?
Sin duda. Al principio siempre intentas ser otro, el que los demás quieren, quieres caer bien a todo el mundo y ése es el peor error que puedes cometer. Luego te relajas, pierdes los miedos y entonces llega la naturalidad.
¿Si algún día se acabara el programa?
Soy periodista, seguiré adelante. Mi sueño es irme de corresponsal a París.
No te asustan los retos...
Nada, me encanta cambiar, lo que más me espanta es pensar que pueda llegar a aburrirme en un trabajo.
¿Te preocupa el paso del tiempo?
Mucho, el tiempo pasa demasiado rápido, hay cosas que tengo la sensación que no me ha dado tiempo de disfrutar, quizá por eso ahora lo que más aprecio es la calma.
¿Qué preocupaciones te asaltan a estas alturas de tu vida?
La salud de mis padres, me aterra quedarme sólo.
¿Vas mucho a verles?
Mucho, necesito sentirles cerca, las facturas que pago de teléfono son de vértigo.
¿No te has planteado nunca tener niños?
Alguna vez, pero no son lo mío, y ya con 41 me veo mayor.
¿Qué haces cuando no estás trabajando?
Me encanta ir al cine, tomar algo con los amigos, comprar libros y DVD.
¿Desde cuándo te atrae escribir?
Siempre he escrito, era fácil verme de niño en el bureau de casa sentado, estaba roto y había que sacar el cajón para sujetar la tapa. Pasaba horas allí sentado.
¿Qué te da la escritura?
Me relaja, mi cabeza siempre está en ebullición y el papel me permite darle salida a todo eso.
¿Te ha ayudado salir en televisión a la hora de hacerte un hueco dentro del mundo de la literatura?
En realidad no lo sé, porque nunca antes intenté que alguien publicara mis novelas. No puedo luchar contra ese prejuicio, pero seguramente me hubiera sido más fácil publicarlos estando en informativos; los magazines se ven como algo menor.
¿Qué personajes de los que han pasado por el programa te atraen más?
Me encantan los políticos por la capacidad que tienen de mentir, lo teatralizan todo y les preguntes lo que les preguntes repiten siempre lo que ellos quieren. Es algo entre dramático y divertido.