Playboy Enterprises ha puesto a la venta la mansión de sus legendarias fiestas. Quien se haga con ella deberá quedarse con el dueño, Hugh Hefner. Los interesados tendrán que desembolsar 200 millones de dólares (unos 185 millones de euros).
La vivienda cuenta con 29 habitaciones, una casa de juegos, una sala de cine, una bodega y la piscina en la que acaban las conejitas de Playboy y los invitados a las veladas festivas, por las que se pasea Hefner en batín de seda. Además, cuenta con licencia de posesión de animales nivel zoológico.
Acumula asimismo obras de arte de incalculable valor, como el cuadro de Matisse al que John Lennon intentó prender fuego en los 70.
Allí se han celebrado multitudinarias fiestas con invitados ilustres, como Jack Nicholson, James Caan o Kirk Douglas. Famoso es el túnel que Hefner mandó construir en los años 60 y que conectaría la casa con las residencias de las estrellas de Hollywood.
La única condición es la de que el fundador de la compañía y de la revista del mismo nombre, Hefner, de 89 años, se quede a vivir en el que ha sido su hogar en los últimos 45 años. Situado en las colinas de Los Ángeles (Beverly Hills), fue adquirido por el empresario en 1971 por un millón de dólares.
Según aclaró en un comunicado el consejero delegado de Playboy, Scott Flanders, la mansión Playboy ha sido la residencia y el lugar de trabajo de Hef y lo seguirá siendo aunque la propiedad se venda".
Flanders ha asegurado que la venta ayudará en "la transformación de nuestro negocio".
Una más a la que se ha visto abocada la empresa, toda vez que el negocio en torno al porno ha evolucionado más rápido que la compañía. Que recientemente anunció que renunciaba a los conejitos de la portada de su revista (fundada en 1953), que ya no venden ahora, en que esos contenidos se sirven gratis en Internet.