Hace un par de días el tema de los trasplantes inundaba las redes debido a un polémico editorial de la presentadora Mariló Montero. Las reflexiones de la presentadora, además de incendiar Twitter, son un recuerdo del tipo de recelos que rodeaban este asunto antes de que las donaciones de órganos se convirtieran en una forma inequívoca de salvar miles de vidas.
Pues, pese a las incertidumbres de Mariló, en España tenemos el sistema de trasplantes más sólido de Europa. Nuestra tasa de donaciones es la mayor del mundo con 35,3 donaciones por millón de personas (partes por millón o ppm), una barbaridad comparada con los 19 ppm de la UE, los 16 ppm del Reino Unido y los 14 ppm de Alemania. Los españoles somos solidarios y, aunque solo 48% declara que quiere ser donante, apenas un 15% se niega a donar los órganos de un ser querido cuando llega la hora de decidir.
Pero, el éxito del sistema de donaciones español no radica solo en la buena voluntad de los ciudadanos, que es prácticamente la misma en todos los países de Europa, sino en el sistema de gestión de la donación. El equipo del doctor Matesanz lleva más de tres décadas diseñando y gestionando un modelo que permite que toda la cadena necesaria para un trasplante sea fluida y no se rompa. Gracias a este sistema de gestión nuestra tasa de trasplantes no solo no ha decrecido estrepitosamente durante la crisis, como en el resto de los países de Europa, sino que ha aumentado.
¿En qué consiste este sistema tan excepcional?, se preguntarán ustedes. Pues en aplicar todos tipo de estrategias de gestión y de márketing que funcionan en otros ámbitos. Por ejemplo, para sortear la crisis en 2008 el equipo de Matesanz empezó un trabajo de Bechmarking y restructuración del sistema en el que ha invertido 4 años, y que obviamente ha sido un éxito. Se aplica también un estricto análisis de coste-beneficio evitando los trasplantes superfluos. El equipo tiene una fina estrategia de lobbying con la que ha conseguido que no les disminuyan el presupuesto demostrando que los trasplantes ahorran dinero al Estado. No invierten dinero en campañas de sensibilización ciudadana, lo que funciona es la red, invierten en formación de personal sanitario y en aquellas medidas que permiten que la red sea lo más operativa posible. Tienen un sistema depurado de análisis y presentación de resultados y un buen gabinete de prensa que vende historias de éxito.
Y la pregunta del millón ahora es ¿pero que tiene esto que ver con la lucha contra la pobreza? Pues todo. Los españoles somos solidarios. Cuando los sistemas de captación de fondos funcionaban nadie se preocupó por cuidar la red de trabajo, se diseñó un sistema de gestión disfuncional, que ahora no es capaz de sobrevivir. Las estructuras vinculadas en la lucha contra la pobreza deberían haberse enfrentado a la crisis priorizando, seleccionando, innovando y mejorando los sistemas de gestión. Cuando los fondos empezaron a disminuir, la reacción generalizada fue la queja, pero imposible trabajar en un sistema de rendición de cuentas y justificación del gasto público y privado.
El sistema de trasplantes español demuestra que sí se pueden tener unos buenos servicios sociales públicos y privados si se es capaz de gestionar adecuadamente y aplicando estrategias de comunicación muy finas y muy reflexionadas en coste-beneficio. Esta certeza resulta un alivio y al mismo tiempo da un poco de vértigo…¿a qué estamos esperando?