La solidaridad y el esfuerzo de 2.000 corredores se unen para encontrar una cura para el Síndrome de Sanfilippo
A las 8.30 de la mañana, con un sol espléndido, sus calles se llenaban de personas ataviadas con ropa deportiva y el color predominante era el azul celeste que teñía la camiseta oficial del evento. Una cita muy familiar en la que gente de todas las edades se unía para colaborar con la asociación Stop Sanfilippo, que desde hace casi dos años organiza actividades con el fin de recaudar fondos para financiar la investigación de este síndrome infantil, considerado una enfermedad rara, que afecta a 40 niños en España.
Los más rezagados hacían cola para recoger el chip y el dorsal mientras amenizaban la espera con sendos estiramientos, todo para preparar sus músculos antes de iniciar la carrera, que arrancaba a las 9 en punto. Poco a poco, los corredores ocupaban sus puestos bajo el arco de salida cargados de ganas.
Por los aledaños, los vecinos del barrio también comenzaban a llegar en calidad de animadores, para contagiar con su fuerza desde las vallas a todos aquellos que se habían despertado con un objetivo claro: pasar un buen rato mientras corrían por una buena causa.
Tras guardar un minuto de silencio para recordar a las víctimas de los atentados de la maratón de Boston se escuchó el pistoletazo de salida y los casi 2.000 corredores inscritos (1.989, exactamente) comenzaron el recorrido de 5 ó 10 kilómetros, dependiendo de su elección, en una riada incesante por las calles de Las Tablas. El cronómetro se ponía en marcha.
Algunos empujando sus carritos, otros portando carteles de 'Running for Boston', se fueron perdiendo por el recorrido entre aplausos y vítores de los espectadores. Poco tiempo después se desplegaba la cinta de meta y el primer clasificado por el recorrido de 5 Km cruzaba la llegada, abriendo la veda para todos aquellos que irían llegando a continuación.
Las caras de satisfacción de aquellos que iban completando el recorrido se mezclaban con los abrazos de quienes habían corrido en pequeños grupos y celebraban orgullosos su hazaña por la solidaridad. El aire contagiaba optimismo y el ambiente festivo se iba adueñando de todo el que pasaba por allí.
Y para recompensar la buena acción, la organización había preparado una zona en la que recomponerse tras la carrera con un buen masaje. Desde las camillas, los participantes, comentaban los pormenores entre risas. Con la respiración todavía entrecortada por el esfuerzo, pero con mucho humor, todos repetían una apreciación común: “¡Demasiadas cuestas!”.
Lo que menos importaba a los corredores era ganar, lo más importante era llegar y colaborar con una buena causa. Algunos se habían inscrito porque conocían a nuestros amigos Hugo y Dani, dos niños afectados por el Síndrome de Sanfilippo, otros porque habían conocido la asociación a través de los medios o de amigos comunes, pero lo que todos tenían claro es que el simple hecho de poder aportar un granito de arena que impulse la búsqueda de una cura para esta enfermedad merecía la pena el esfuerzo.
A las 10.30 llegaba el turno de los más pequeños, unos 400 niños que se preparaban ansiosos para empezar su recorrido. Muchos vecinos del barrio, otros que habían estado poco antes animando a sus padres y los amigos de Dani y Hugo, que no se querían perder la fiesta. Una carrera breve pero llena de emoción en la que todos ellos disfrutaron muchísimo, y tras la cual enseñaban con una gran sonrisa sus medallas.
Para terminar, se entregaron los premios a los primeros clasificados al ritmo de la samba del grupo de batukada O'Mandala, que nos hicieron mover las caderas, y tanto Dani como Hugo fueron recibidos con una cálida ovación en la que niños y mayores coreaban sus nombres.
Cristina, la madre de Dani, nos contó su experiencia en esta segunda edición de la carrera, contenta por haber tenido más apoyo cada año que pasa: “Cuando ves a todos tus amigos, conocidos y vecinos juntos, arropando un evento como éste es muy emocionante. Te transmiten el buen ambiente y te das cuenta de que todo el esfuerzo que has empleado para prepararlo ha valido la pena. Para Hugo y Daniel es un día muy especial. Aunque se ponen un poco nerviosos al ver a tanta gente, también les encanta encontrarse con sus amigos y se sienten muy arropados”.
El gran aplauso final de todos los participantes, la cara de satisfacción de los organizadores y el ambiente de cercanía y solidaridad que irradiaban los asistentes pusieron el broche final a una mañana en la que el verdadero premio era pasar un buen rato para reunir 20.000 euros que se destinarán a la búsqueda de un tratamiento para el Síndrome de Sanfilippo, y que ayudará a estos niños a sonreír con más fuerza al saber que tantas personas se han unido por su causa.