Recopilamos vuestras primeras experiencias sobre una bicicleta
La niña de la fotografía es Luisa. Se recuerda desde muy pequeña montando sobre dos ruedas aunque, como la mayoría, empezó a pedalear ayudada por ruedines. Fue su padre quien le enseñó a mantenerse sobre una bicicleta, y la que vemos en la imagen fue su primer velocípedo, un modelo fabricado con un remiendo de una antigua vespa. Actualmente, es una ciclista habitual, y tiene un bicicleta plegable que también compartió con nosotros a través de nuestra página de Facebook.
Alicia Almeida nos ha contado que se saltó las cuatro ruedas para aprender directamente a montar sobre dos, sin apoyos que le ayudasen a mantener el equilibrio y sin nadie que le diese lecciones. ¡Una valiente!
Y si en algo han coincidido casi todos es en que los primeros paseos en bicicleta estuvieron acompañados de caídas memorables. Neumig Katherine aprendió a montar sola, y como no tenía a nadie que le sujetase, acabó en el suelo, todavía conserva las cicatrices de guerra de su hazaña, pero eso sí, ¡aprendió!
Antonia Varón su subió a la bici por primera vez en su pueblo, lleno de calles sin asfaltar, en las que abundaban los pedruscos, unos amigos que no eran bien recibidos por las ruedas de su velocípedo rojo, de adulto. Los encuentros entre la bici y las piedras solían terminar en caídas que Antonia recuerda con humor, pero después de aprender a lidiar con estas inclemencias no hay senda que se le resista.
Juan Antonio aprendió por el paseo marítimo de Málaga. Aterrizó más de una vez con las rodillas, en otras ocasiones le fallaron los frenos, pero su abuela y su tío Antonio hicieron que superase estos pequeños accidentes sin secuelas.
A Blanca Rodríguez le enseñó su padre. Ella, muy intrépida, quiso ponerle un toque de glamour a las clases vistiéndose de bailarina, y su primera frenada terminó en choque.
Gina Rodríguez aprendió a montar en bici con la ayuda de su padre, y es uno de los mejores recuerdos que tiene con él. A Consoli Sánchez le ayudó su tío, que fue como un padre para ella.
Aurora Cortés aprendió a pedalear con una bicicleta de chico y nos cuenta: “¡No sé cómo mantenía el equilibrio! Como tenía barra, metía la pierna por debajo e iba de costado, torcida. ¿Os imagináis?”.
Desde Urban Bike Toledo nos cuentan que uno de sus miembros aprendió el mismo día que le compraron su primera bici, cuando tenía 4 años. Y por lo que podemos comprobar, hoy sigue disfrutando de los beneficios de este vehículo sostenible.
Patri Cánepa también nos ha narrado su particular experiencia. En su infancia no tuvo la oportunidad de aprender a montar en bici debido a una afección en la columna, pero de adulta encontró una alternativa.
A día de hoy disfruta de sus paseos por Sevilla ayudada por unos ruedines, que le permiten circular sin problemas. Ha adaptado el vehículo a sus necesidades, y su ejemplo nos demuestra que existen muchas alternativas, y no hay límite de edad para comenzar a pedalear.