En su viaje a Rumanía, Jesús Vázquez se encuentra en Bucarest, en una escuela en la que 120 niños y niñas refugiados ucranianos reciben sus clases.
El gobierno rumano ha hecho un enorme esfuerzo para que estos niños y niñas puedan seguir estudiando. En la entrada del colegio solo hay madres con niños, no hay padres porque los hombres no pueden abandonar Ucrania, deben quedarse para luchar en la guerra.
Reciben las clases en ucraniano, pero también reciben clases on line para que sigan conectados con sus colegios en Ucrania. El gobierno de Rumanía intenta que estos niños no pierdan contacto con su país. Estas escuelas son para ellos el futuro de su país, porque el futuro de Ucrania pasa por que los niños ucranianos puedan seguir estudiando.
La guerra de Ucrania ha desatado la mayor crisis de refugiados en Europa desde la Segunda Guerra Mundial. 14 millones de personas en Ucrania se han visto obligadas a desplazarse dentro y fuera de su país, cruzando más de la mitad de ellas a otros países limítrofes, como es el caso de Rumanía, que han abierto generosamente sus fronteras. Sighetu Marmatiei, Siret, Sculeni e Isaccea son cuatro de los puntos fronterizos más importantes por los que han accedido desde el 24 de febrero más de 1,4 millones de refugiados ucranianos. Los ataques a fuentes energéticas en distintos puntos de Ucrania y la llegada del invierno pueden dejar a la población sin luz, calefacción y sin acceso a recursos, en condiciones de extrema vulnerabilidad tras más de 8 meses de guerra y destrucción.
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