@page { margin: 2cm } P { margin-bottom: 0.21cm } Mateo Ruiz es un ejemplo de cómo con esfuerzo y lucha se pueden superar difíciles momentos. Ha superado dos trasplantes de médula ósea y una infusión de linfocitos, y no puede evitar emocionarse cada vez que relata su historia. Estuvo en el IX Curso de Coordinadores de Trasplantes y Periodistas ilustrándonos con el testimonio de su vida.
Mateo ingresó con 16 años en la Delegación Militar, en el equipo de esquí, pero pronto se dio cuenta de que algo no iba bien. Sus fuerzas se agotaron y tuvo que volver a su Lorca natal. Tras dos horas de análisis le diagnosticaron leucemia. Tuvo que trasladarse hasta Madrid para poder ser trasplantado de médula ósea en el Hospital de la Princesa. Unos meses después conoció a su esposa, que le ha acompañado en el accidentado camino durante los últimos 23 años.
Los médicos le habían comunicado que no podría tener hijos, pero sin apenas espermatozoides, Mateo quiso jugar. El 2 de noviembre de 1992, los médicos le diagnosticaron una nueva recaída en la leucemia. “Lloramos mucho, lloré junto a mi mujer y al día siguiente nos fuimos a trabajar”, cuenta el atleta.
La sorpresa vino un poco más tarde, cuando entre unos y otros tratamientos saltó el bombazo: su esposa se había quedado embarazada de forma natural. Las bromas que tuvo que aguantar Mateo sobre la paternidad de la criatura no eran pocas, pero fueron bien recibidas. “Esperaron a que naciese mi hijo antes de hacerme el trasplante”, narra Mateo.
En 1995 volvió a recaer, pero esta vez probaron con una nueva técnica: la infusión de leucocitos donantes, más agresiva que el propio trasplante, aunque menos espectacular. Mateo fue el segundo español en probar esta técnica, y el primero al que le funcionó. Pero él necesitaba motivación, así que sin apenas leucocitos, con una cirrosis aguda y mucha fuerza de voluntad, se fue al campo a coger aceitunas con su padre.
Una fecha muy especial: el 14 de febrero de 1996
La fecha del 14 de febrero de 1996 está especialmente tallado en la memoria de Mateo Ruiz: “Me dijo el médico que ya estaba totalmente recuperado, y mi tercera hija también nació ese año”. En el 2006 conoció el mundo del deporte para trasplantados.
Actualmente, Mateo es el Director Técnico del Equipo Olímpico Español de Pacientes Trasplantados. Ha participado en campeonatos del mundo Europa y Asia, en la alta competición. Ha encontrado un gran refugio en el deporte, algo que considera crucial para contribuir a la recuperación de cualquier enfermo. “Ayuda a incrementar el autoestima del paciente. Los trasplantados estamos dentro del armario. Parece que no podamos hacer nada porque nos puede pasar algo, pero el deporte es la solución, pero mientras estamos sometidos a un tratamiento crónico inmunosupresor que daña al propio órgano. Por eso, ejercitarse, contribuye a eliminar esas sustancias médicas del organismo, bien a través del sudor, de los hábitos saludables, etc.”
Y como buen conocedor del tema, ha querido animar a la gente a hacerse donante, especialmente de médula, ya que “tener el lujo de saber que tu médula ha servido para que otra persona viva y tú puedas seguir viviendo es un privilegio”.
Y para aquellos que estén a la espera de un trasplante también ha tenido unas palabras: “Les recomiendo que nunca pierdan la esperanza. Yo estaría en ese porcentaje en el que los médicos me aseguraron que no se curaría, y aquí estoy, he salido. Hay que agarrarse a cualquier apoyo”.