María Eugenia Cruz avanza para denunciar la violencia y los abusos contra mujeres y niñas
Fue en 2004. Ese año, María Eugenia tuvo que abandonar su hogar, Cartagena, como consecuencia del conflicto armado que desangra Colombia desde hace más de 50 años. Sufrió la violencia que supone el desplazamiento forzoso, que las afecta especialmente a ellas, obligadas a huir por miedo a sufrir violencia sexual por cualquiera de los actores armados(ejército, guerrilla o grupos paramilitares), ser esclavizadas, que secuestren a sus hijos e hijas, que las despojen de sus tierras, o directamente que acaben con sus vidas. Tras el desplazamiento, María Eugenia no se resignó y comenzó a liderar un movimiento de visibilización de la violencia que sufren las mujeres en el marco del conflicto.
En ese momento, había mucho desconocimiento, muchas ni eran conscientes de que eran víctimas de algún tipo de violencia. Fue su caso. En este proceso, ella misma descubrió que había sido víctima de una violación de la que siempre se había sentido culpable y responsable.
Desde la organización Mujer, sigue mis pasos, María Eugenia y sus compañeras denuncian todos los casos que les llegan, acompañan a las víctimas emocionalmente y las ayudan en las gestiones para ser atendidas por las instituciones. Durante muchos años, el Gobierno colombiano no ha dado respuesta y muchas violaciones quedan impunes. Además, se ha estigmatizado a las víctimas. Buena parte de la sociedad sigue pensando que la culpa es de la mujer, no del agresor. Sin embargo, se están dando importantes pasos. María Eugenia ha sido una de las una de las 12 personas que viajó a La Habana para participar en la negociaciones entre el Gobierno y la guerrilla, representando a las víctimas de violencia sexual. Además, desde su organización han promovido leyes y propuestas para la denuncia de la violencia sexual y su incorporación a la justicia.
El coste ha sido alto. María Eugenia recibe amenazas, ha tenido que desplazarse nuevamente y varias de sus compañeras han sido violadas para transmitirle un claro mensaje: ‘si no te callas, esto te va a pasar a ti’. Pero ella no se va a callar. Tiene un objetivo muy claro: que este delito no le vuelva a suceder a ninguna mujer. Con su trabajo, ella y otras muchas mujeres han entendido que la violencia sexual es punible y que la justicia debe incluir medidas que nazcan de la voz de las mujeres. Sólo de esta forma podrá haber una paz verdadera en Colombia.