Parques naturales, reservas de la biosfera, yacimientos considerados patrimonio histórico se reparten el título de joyas del Mediterráneo. Islotes espolvoreados en el centro del mar que están esperando para ser admirados y, sobre todo, cuidados. Panorámicas indescriptibles y momentos mágicos entre el agua, la vegetación y las rocas, adornan el diario de viaje de cualquier visitante que se acerque por allí.
Menorca, reserva de la biosfera
La UNESCO declaró Menorca como reserva de biosfera el 8 de octubre de 1993, un distintivo que premia a los lugares capaces de compatibilizar el desarrollo de las actividades económicas y el consumo de recursos con la conservación del paisaje y el patrimonio. Menorca ha conseguido progresar sin alterar sus ecosistemas.
En la isla conviven sus hábitats mediterráneos plagados de especies animales y vegetales con la actividad humana en compatible armonía. Un destino que en época estival llega a acoger a más de 160.000 personas entre sus costas.
La designación de Menorca como reserva de la biosfera implica una serie de compromisos que pasan por la conservación de las actividades que mantienen el paisaje tradicional evitando aquellas que puedan degradarlo (como por ejemplo el crecimiento urbanístico, regulado con racionalidad). Se presta especial atención al refuerzo de los ecosistemas naturales autóctonos, a la investigación del patrimonio ecológico y natural y a la concienciación para que tanto habitantes como visitantes depositen selectivamente los residuos, fomentando el reciclaje
Parque Nacional de Cabrera
Este pequeño archipiélago a pocos pasos de Mallorca es todo un espectáculo desde que te da la bienvenida. La llegada entre islotes calcáreos de formas y relieves caprichosos está adornada por el planeo de las gaviotas y, en ocasiones, la compañía de delfines. Acantilados, calas, cabos, cuevas y playas que se reparten entre las 19 islas cubren su superficie con más de 450 especies vegetales que sirven de cobijo a multitud de aves migratorias en su periplo hacia otras tierras.
Es el Parque Nacional Marítimo Terrestre del Archipiélago de Cabrera, el mejor exponente de ecosistemas insulares (hasta una docena de ellos) no alterados del Mediterráneo español, es un espacio protegido desde 1991 y mantiene uno de los fondos marinos mejor conservados del litoral, con más de 200 especies de peces e invertebrados endémicos.
Parques Naturales de Mallorca
La de Mallorca es la mayor de las Islas Baleares. En su ínsula hay cuatro Parques Naturales, el de S'Albufera, Las calas de Mondragó, La Península de Llevant y La isla Sa Dragonera. En su relieve, Mallorca e Ibiza son una prolongación del Sistema Bético que, aunque con picos de menor altura, exhibe un paisaje abrupto de acantilados y rocas. Al noroeste de la isla se eleva por encima de los 1.000 metros la Sierra de Tramontana, declarada patrimonio de la humanidad por la Unesco, en la que crecen los carrizales y la palmera enana, especies vegetales endémicas.
Refugio representativo del clima mediterráneo, allí los inviernos son suaves y los veranos calurosos, aunque la lluvia es abundante y la Tramuntana, el Xaloc y el Llebeig ponen nombre a sus vientos, el primero frío y los otros dos cálidos y secos. Allí, el agua corre bajo su suelo y rara vez sale a la superficie, si no es casi para descansar en el mar.
Patrimonio Histórico y yacimientos
La riqueza natural de las Islas Baleares ha atraído durante siglos a fenicios, griegos, romanos y cartagineses. Conscientes de que las ínsulas mediterráneas son lugares con muchos recursos, los pueblos venían a instalarse en un entorno, rico en materiales, clima y productos agroalimentarios, además de tener una privilegiada situación estratégica. A lo largo de la historia, nos han aportado conocimientos sobre cómo aprovechar los recursos naturales, dejándonos un valioso tesoro en forma de patrimonio. Estas circunstancias hacen de las Baleares un lugar plagado de yacimientos y de tesoros submarinos, como nos muestra Jesús Calleja durante su desafío en Mallorca, en busca de un pecio en las profundidades.
En Menorca, la necrópolis de Cales Coves fue declarada monumento histórico-artístico nacional en 1931. Está compuesta por unas cien cuevas de enterramientos excavados en la roca de los acantilados de los barrancos de Binidalí y Son Domingo. Una estampa que data del siglo XI antes de Cristo, formada por cámaras, pilares adosados al muro, patios exteriores y portales rectangulares con molduras y altares que pintan en la roca los vestigios de los antiguos moradores de la isla.
En Ibiza, se han encontrado necrópolis cartaginesas en las que abundan las figuras de barro cocido, los collares de cuentas de vidrio, hueso y marfil, y las imágenes de divinidades y retratos funerarios que se depositaban en las tumbas. Éstas se encuentran normalmente en llanos junto a las playas. Lugares idílicos en los que se rendía culto a la muerte. La más importante es la de Puig des Molins.
Se conoce como Cultura Tayatólica a la sociedad de las Islas Baleares correspondiente a la Edad de Hierro. En Mallorca, el Claper des Gegant o Talaiot de s'Heretat, fue un poblado que todavía conserva algunas habitaciones. El de s'Illot todavía conserva parte de la muralla que rodeaba el poblado.