En Finlandia, el diseño forma parte de la vida cotidiana. Los habitantes conviven en armonía con su arquitectura, como lo hacen con sus bosques y su entorno: con respeto. Su día a día está ligado a la naturaleza, sus recursos naturales les abastecen, les alimentan, les dan de beber y les resguardan. Por eso saben que es su responsabilidad salvaguardarlos, también a la hora de construir sus ciudades.
La sostenibilidad en la arquitectura y el diseño es en Finlandia un valor requerido. Se puede construir, sí, pero siempre con consciencia ecológica. Viven entre bosques (con más de un 75% de superficie forestal) y lagos, y quieren seguir sintiendo la influencia del medio ambiente en sus urbes. Por eso apuestan por unos valores atemporales a la hora de diseñar: funcionalidad, ecología, sencillez y belleza en los objetos cotidianos.
La arquitectura finlandesa tiene un nombre propio: Alvar Aalto. Es su creador más destacado, todo lo que habla de diseño finés tiene su influencia manifiesta de una u otra forma. La madera, materia prima del país, es fundamental en sus construcciones, que encuentran en su fibra vegetal una gran conexión con la naturaleza. Fue el precursor de la humanización de la arquitectura y los diseños ergonómicos.
Helsinki, un referente a nivel mundial
Helsinki fue elegida Capital Mundial del Diseño en 2012 por haber conseguido convertir el diseño en una herramienta eficiente para promover el desarrollo social, cultural y económico de la sociedad. Su lema fue 'Helsinki abierta, el diseño aplicado a la vida'.
Todas sus construcciones son sostenibles y se adaptan a su entorno produciendo una agradable sensación de bienestar a sus habitantes y visitantes. La ciudad ha utilizado el diseño para reinventarse a sí misma.
La capital es moderna y su planificación atiende a un modelo instaurado de manera genérica con unas características propias. En 1808, un gran incendio destruyó casi toda la ciudad, que tuvo que empezar de cero. Desde entonces se ha cuidado mucho la planificación urbanística, que pretende no romper la armonía con el entorno natural, fusionando su belleza minimalista con la gradilocuente de sus tesoros paisajísticos. Sus capillas adoran a los árboles y al silencio. Las grandes cristaleras se convierten en el recurso que recuerda a los habitantes de las casas que no deben perder el contacto con la naturaleza.
Además, en las últimas décadas, sus arquitectos han hecho especial hincapié en la optimización de recursos energéticos que hagan del interior de los edificios un lugar sostenible y confortable para protegerse de las inclemencias climatológicas sin dañar el medio ambiente. Autoeficiencia energética y convivencia armónica con el entorno, éstas son las bases de la bioarquitectura.
Un diseño funcional y simple porque, como dijo el escultor Markus Kâhre, “cuanto más simple sea la realización del trabajo, más posibilidades tiene de cumplir con sus funciones”. Un edificio significativo es la Casa Kotilo (o Casa Caracol), que reúne todas las características de la arquitectura finlandesa. Su diseño homenajea a las primeras construcciones finlandesas añadiendo innovaciones contemporáneas. Su diseño curvo nace de la espiral, una forma muy repetida en la naturaleza. Una estructura orgánica que nos transporta al modernismo más austero y puro.